
Ray Eames, una gran mujer ocultada tras un apellido

Ray nació en Sacramento, California, un 15 de diciembre de 1912. Su nombre era Bernice Kaiser pero de pequeña todos la llamaban Ray. Su padre dirigía un teatro de vaudeville en la ciudad, y ella desde pequeña descubrió su pasión por construir marionetas y dibujar. En el Instituto decoraba los escenarios de la Escuela de Baile y formaba parte del Club de Arte. Estudió en el May Friend Bennett Women’s College de Millbrook, en el estado de Nueva York.

Fue allí donde se cruzó en su vida por primera vez con Charles Eames. Él era su profesor, estaba casado y tenían una hija, Lucia, que había nacido en 1930. Pero el flechazo debió de ser intenso porque a los pocos meses, Charles le envió una carta con el dibujo de una mano que decía: «Soy un hombre de treinta y cuatro años (casi) y vuelvo a estar soltero y en la ruina. ¿Cuál crees que es la talla de ese dedo anular?».

Charles se divorció y se trasladó a California para casarse con Ray y formar uno de los dúos creativos más importante de la historia del diseño, los Eames. Ray y Charles se casaron y se establecieron en Los Ángeles. Era 1941 y apenas faltaban unos meses para que los Estados Unidos respondiesen al ataque a Pearl Harbor entrando de lleno en la Segunda Guerra Mundial.


La complicidad de los Eames parecía invencible. Juntos consiguieron unos cuantos hitos del diseño que forman parte de nuestra conciencia cultural compartida. Suyas son (a medias, de los dos) las sillas más icónicas, como la DAR, la DSR, la DSX, la DAW, la DAX. El trabajo con Herman Miller produjo sin duda una de las piezas más conocidas es el sillón Eames Lounge de madera y cuero. También hicieron el perchero Hang it All, tan ampliamente copiado, su maravilloso elefante para niños, su radio, su pajarito-escultura, su Wire Chair … La lista es infinita y por suerte en su gran mayoría disponible en Herman Miller.

Robert Probst, Alexander Girard, George Nelson, DJ De Pree, Charles y Ray Eames, departamento de diseño de Herman Miller
En los años 50, el matrimonio siguió trabajando en arquitectura y diseño de muebles. En muchas ocasiones se mostraron pioneros en la utilización de nuevas técnicas, como la fibra de vidrio o la resina plástica en la fabricación de sillas.

Charles empezó a mostrar más interés por la fotografía y la producción de cortometrajes. La vida más íntima de esta pareja genial y creativa naufragó porque, según explican sus amigos y familiares, él llevó hasta el final su lema “tómate tus placeres en serio” . En 1975, Charles se enamoró de la joven cineasta e historiadora Judith Weschler.