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Trabajar desde casa

Cuatro cosas que puedes hacer para estar presente si trabajas desde casa

Si eres de los que trabajan desde casa y temes que eso te haga invisible y que no se valoren tus aportaciones, te damos consejos prácticos para mantener la conexión con tu equipo.

A pesar del shock que produjo en todo el mundo la llegada de la pandemia de la COVID 19, también introdujo un factor igualador entre los trabajadores: todos tuvimos que aprender a trabajar en casa.

Las empresas tuvieron que desarrollar (o puede que, en muchos casos, improvisar) planes para que todos pudieran trabajar en remoto y cumplieran los objetivos: dieron la oportunidad de comprar sillas ergonómicas, mesas de trabajo flexible, cubrieron los planes de datos, etc.

Los empleadores fueron cubriendo las deficiencias de un sistema que, de un día para otro, se había convertido en clave para el éxito, y -aunque en muchos casos las circunstancias no eran idóneas- la productividad continuó y todos nos adaptamos a la nueva situación.

Para unos fue un sueño hecho realidad, y para otros era una pesadilla (casas pequeñas, niños, ruido, distracciones… la lista de posibles objeciones es infinita).

Según un estudio de Cisco, nueve de cada diez consultados en España (el 91%) afirman que los hábitos de trabajo remoto han cambiado las expectativas tecnológicas de la experiencia de usuario. El 76% de los equipos esperan una mejor conectividad y acceso a los recursos/aplicaciones, y seis de cada diez (el 62%) demandan experiencias de Colaboración de alta calidad para las reuniones híbridas.

El efecto péndulo

El sistema de trabajo presencial proveniente de la revolución industrial fue arrancado de cuajo por la pandemia, y muchos directores y gestores de grupos no estaban preparados (ni física ni mentalmente) para dirigir en remoto. De repente, las reuniones improvisadas para repartir tareas no eran posibles, presentarse en el puesto de trabajo de un miembro del equipo para interesarse por el estado de determinada gestión o cliente, tampoco.

Todo tenía que ser previsto, preparado y coordinado, asignando día y hora a cada reunión para que cada quien se pudiera conectar desde el lugar en que estuviera.

A medida que la pandemia ha ido remitiendo, se corre el riesgo de un efecto péndulo. Aquellos (directores y empleados) que no han sabido encontrar la forma de ser felices porque trabajan desde casa, han vuelto rápidamente a las oficinas, y aquellos que se sienten cómodos con las condiciones de teletrabajo, están encantados de seguir sin pisarla y se resistirán con todas sus armas a volver.

Por su parte, los directores que no se sienten cómodos con los equipos virtuales, van a presionar cada vez más para volver a reunir a todos a su alrededor, de manera que no tengan que cambiar su estilo de dirección.

La pérdida del talento

Sin embargo, la vuelta a las oficinas no está siendo uniforme en todas las empresas. Algunas han desarrollado planes permanentes de teletrabajo, ya que han descubierto que, además de la satisfacción del trabajador, puede suponer un ahorro considerable en instalaciones, consumibles, gastos corrientes, etc. Otras están implantando planes rotativos, por los cuales los empleados viajan a las oficinas cada cierto tiempo mientras que otros teletrabajan, en una suerte de rotación. Y si miramos con atención, aún podemos encontrar innumerables variantes de esta etapa que apenas estamos superando.

Puede que en una empresa dejen a los que trabajan desde casa elegir algunos días cada mes para seguir haciéndolo, o que sean días fijos en los que prácticamente se cierre la empresa… Los equipos de planificación, los equipos de recursos humanos, los equipos de gestión comercial, todos están intentando encontrar la formula adecuada que tenga contentos a los trabajadores y mantenga los objetivos de la empresa.

Sin embargo, hay personas que han descubierto que les gusta ser dueños de su tiempo, que prefieren trabajar cuando a ellos les conviene, y llevar a los niños al colegio, o ir al médico sin tener que informar a nadie, entienden que -mientras su trabajo esté hecho- no hay razón válida para volver a la oficina, salvo para alguna reunión puntual.

Aquellas empresas que fuercen a sus empleados a volver a las oficinas se enfrentarán a una probable migración de aquellos que trabajan desde casa a otras empresas más receptivas para su recién conquistada libertad, lo que supondrá una pérdida de talento que puede traducirse en falta de competitividad o de objetivos fallidos.

Cuatro cosas que puedes hacer para estar presente si trabajas desde casa

Sin embargo, para todos aquellos trabajadores en remoto que se encuentran en equipos híbridos (unos en la empresa y otros que trabajan desde casa), el paso del tiempo puede dar lugar a una sensación de estar en desventaja frente a los que tienen oportunidad de hablar, tomar café, etc. con los directivos que se encuentran en las oficinas.

El miedo a volverse invisible y que éste se traduzca en falta de valor para el equipo, puede provocar ansiedad, estrés e inseguridad cuando se piensa que hay conversaciones que se están teniendo en la oficina sin que ellos se enteren.

Por supuesto, combatir esa situación es una responsabilidad tanto de los directores como de los trabajadores, y la motivación de todo el grupo debe ser una prioridad.

Si crees que, a pesar de todos los beneficios que ha traído a tu vida poder trabajar en remoto puede tener consecuencias negativas laboralmente, hay algunas cosas que puedes hacer para contrarrestarlo y sentirte valorado y visible.

Cumple sobradamente con tu trabajo para combatir las suposiciones negativas que pueden derivarse del trabajo remoto.

En el teletrabajo también hay que hacer una pausa café

Es cierto que el estigma anterior contra el teletrabajo (o WFH, Work From Home, trabajar desde casa) ha disminuido notablemente durante la pandemia, ya que muchos trabajadores han podido probarlo por ellos mismos.

Pero también es probable que los directores tiendan a volver a su marco de referencia anterior una vez que vuelvan a la oficina, es decir, que piensen que aquellos empleados que no pueden vigilar directamente puedan estar perdiendo el tiempo. Esta es la principal razón por la que aquellos que trabajan en casa tienen que ser extremadamente cumplidores y tratar de superar las expectativas para conseguir que la percepción de la eficacia en el teletrabajo es igual o superior a trabajar en la oficina.

Conseguirlo probablemente signifique reforzar en cada ocasión que estás cumpliendo los plazos o incluso te estás adelantando a las fechas de entrega.

Para trabajadores con una larga trayectoria es posible que les parezca innecesario o redundante, ya que piensan que su experiencia les avala, pero es un riesgo asumir que eso siempre va a tenerse en cuenta. Estamos en una nueva situación, y eso requiere nuevas formas. Y estamos luchando contra la desconfianza del que necesita ver para creer, y a nosotros no nos ve.

Procura que, al entregar tu tarea en plazo o antes del plazo, dejes expresado por escrito en el mensaje que lo estás haciendo, con frases tipo «Tal y como me he comprometido», «Aunque el plazo es hasta el martes, prefiero enviarlo con tiempo», «Según lo prometido, aquí tienes».

El objetivo es que tu nombre se asocie con una persona que cumple, de confianza, etc. de forma que la distancia no se vea como un problema.

Lucha contra las relaciones transaccionales.

Como hemos comentado, estar físicamente en el mismo sitio brinda la oportunidad de tener encuentros informales en los que se avanza en la definición de los objetivos, se adjudican nuevas tareas, o se cuenta donde se ha estado durante el fin de semana.

Puede ser en un encuentro en el ascensor, siendo a comer algo rápido o ¡incluso en el baño! Trabajar en una oficina ofrece oportunidades orgánicas para desarrollar una presencia personal en la mente de los demás. No es que esa información sea esencial para el trabajo, pera aporta profundidad a la persona ante los demás, les ayuda a conocerse mejor mutuamente y a desarrollar afinidades que, a través de una vídeoconferencia es difícil de transmitir.

Diversas investigaciones han demostrado que las negociaciones online (y posiblemente también influya en las negociaciones en persona) se resuelvan más frecuentemente con éxito si los participantes conocen información personal de los demás y, por lo tanto, existe un cierto vínculo, que coloca la negociación en un plano diferente a si simplemente se trata de «negocios».

Si eres de los que trabajan desde casa, tendrás que analizar cómo puedes establecer ese tipo de interacciones, para no ser simplemente una cara que habla a través de la pantalla de ordenador. Si estás en casa no vas a poder salir a tomar un café después de un día intenso o una vez hayas acabado con éxito un proyecto.

Y sin conexiones personales, con «aliados», si quieres, corres el riesgo de que no se valore tu aportación al trabajo, ya que nadie siente afinidad especial por ti. Tal vez tengas que llamar por teléfono a tus colegas de vez en cuando para saber cómo les va la vida, o comentar alguna situación que pueda interesarles. O tal vez tengas que organizar acudir a alguna conferencia juntos sobre la que podáis hablar después. Quedar para ir al cine, al teatro o a una exposición..

Sólo recuerda que eres tú el que está fuera del círculo presencial, por lo que el esfuerzo lo tienes que hacer tu. Y es un músculo que si no lo ejercitas se atrofia y puede que parezca que no te interesa formar parte del equipo.

Establecer conexiones personales, hablar de cosas diferentes a las estrictas del trabajo, puede ser fundamental para que tu nombre salga en una conversación en la que no estás, porque alguien cree que eres la persona adecuada. Una forma de ser visible en la oficina es estar vivo en la mente de tus colegas.

Hazte físicamente visible.

Si es posible geográficamente, intentar pasar de vez en cuando por la oficina, tanto para ver a tus compañeros como para conocer a las posibles nuevas incorporaciones, con los que no tienes relación previa, para que le pongan cara a tu nombre.

Aunque en las reuniones del equipo no sea obligatorio tener la cámara encendida, asegúrate de que tú la enciendes, que estás en una zona bien iluminada (de forma que se te ve bien) y que el fondo es adecuado para una reunion.

Es posible que te resulte extraño ser el único o la única que tiene la cámara encendida mientras todos los demás posiblemente están en pijama o leen el periódico hasta que sea su turno, pero si tienes la cámara encendida, demuestras interés, proacción y ganas de participar. Y sobre todo, les recuerdas a todos quién eres y te ven como una persona de carne y hueso.

Nuevamente, piensa que algunos de esos asistentes a la reunión ya se ven en la oficina, mientras que tu no estás. Si están entre los que trabajan desde casa a tiempo completo, esta es la única forma que tienes de conectar con tus colegas, por lo que debes ser minuciosa con la forma en te presentas en la reuniones.

Igualmente, a veces en las reuniones remotas se producen tiempos muertos, porque alguien tiene que atender una llamada, o se ausenta momentáneamente. En vez de quedarte pasivamente esperando a que se reanude, aprovecha esos minutos para establecer conversaciones sociales que te permitan saber cómo están las cosas en las oficinas, si acabaron las obras o si las oficinas de enfrente ya se ocuparon… ¡cualquier tema es bueno!

Que sea fácil trabajar contigo, aunque trabajas desde casa.

Como es obvio, los directores de determinado corte aprecian a aquellos empleados que están dispuestos a ajustarse a sus horarios y trabajar en torno a sus preferencias (algo que probablemente es una de las razones que los trabajan desde casa disfrutan especialmente: ya no puede aparecer el jefe diez minutos antes de la hora con una emergencia).

Como trabajador remoto, nunca vas a estar tan accesible como alguien que está sentado en la mesa de al lado a quien se pueda recurrir cuando surja una duda, o alguien proponga una nueva idea, etc.

Así que tendrás que encontrar la forma de que sepan que pueden contar contigo si lo necesitan.

Es probable que, para tu propia seguridad, te interese tener una conversación con tu director o jefe de grupo para saber cómo le quiere comunicarse contigo. ¿Prefiere una llamada telefónica? ¿enviar un correo electrónico? ¿un mensaje por la red interna?

Los que trabajan desde casa tienen que establecer un marco sobre cómo van a ser las comunicaciones, para que no haya malentendidos o piensen que está perdiendo el tiempo sin trabajar, simplemente porque no respondes cuando lo esperan.

También es bueno hablar sobre qué tiempos de respuesta es aceptable, si quieren que se esté disponible en fines de semana, por la noche, etc. Cada uno tiene que valorar la importancia de esos periodos para su tipo de trabajo y estimar si es razonable lo que piden. Si no se está de acuerdo, es mejor que lo expresen de una forma educada y razonada, en vez de dejarlo correr,  ya que podrían concluir que no se está disponible cuando se necesita.

Sea como sea la comunicación, es probable que sea beneficioso mantener una reunión semanal (o cada cierto tiempo estipulado) con el jefe -a ser posible con cámara, para verse las caras- y evaluar cómo está yendo el trabajo, si se siente cómodo con la forma de trabajar y detectar posibles formas de mejorar la comunicación.

El objetivo es que haya las menos fricciones posibles y que se valore al trabajador como una persona comprometida con el proyecto y la empresa, y que quiere trabajar en equipo.

Conclusión

El riesgo de los que trabajan desde casa es que las aportaciones al éxito se diluyan o no se valoren, de manera que no le consideren un miembro del equipo o que ese trabajo lo podría hacer cualquier otro.

Teletrabajar puede ser una bendición para conciliar con situaciones complejas o ahorrar el tiempo dedicado a cubrir largas distancias a la oficina, pero no está exento de riesgos, principalmente porque puede volverse invisible, una especie de terminal informático que procesa cada petición que se le hace y devuelve un informe cada cierto tiempo.

Seguir teniendo nombre y apellidos, cara y valor como persona y como miembro del equipo es tarea de cada teletrabajador, y puede requerir que se superen algunas barreras de timidez y de iniciativa que, tal vez, cuando era obligatorio acudir a la oficina no era necesario derrumbar.

Pero en esta nueva sociedad, si queremos estar visibles aun cuando no estemos presentes, tenemos que hacer nuestra parte para que no nos olviden

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